I. Hacia lo bueno, útil e inmediatamente posible:
esperanza de luz, amor y paz
La Gran Invocación es una plegaria a Dios, elevada en alas de una esperanza que incesantemente se anhela, la
esperanza de luz, amor y paz. Se puede considerar también:
como una plegaria para iluminar a todos los gobernantes y dirigentes de todos los grupos que manejan las cuestiones del mundo;
como oración para que afluya el amor y la comprensión entre los seres humanos, de manera que puedan vivir mutuamente en paz;
como demanda para que se cumpla la voluntad de Dios, una voluntad omnincluyente que, aunque inescrutable, pueda inducir a la paciencia y la confianza;
como oración para fortalecer la responsabilidad humana, a fin de que los males ya conocidos, que tanto angustian y perturban al género humano,
desaparezcan y pueda controlarse la fuente del mal;
como una plegaria para que se restablezca una condición de felicidad y bienaventuranza.
Esto es bueno, útil e inmediatamente posible. Se invoca así a la Luz, al Amor y a la Voluntad al Bien que todos asociamos con ese Ser Supremo que llamamos Dios para que:
la TRANSPARENCIA rija, particularmente en los gobiernos y la dirigencia política;
el Principio de Compartir induzca la verdadera PAZ, consecuencia de las Rectas y Justas Relaciones Humanas y Ecológicas, particularmente en los sistemas financieros mundiales;
el BIEN inspire confianza en el futuro, y se revele el Propósito de Dios;
se repudie solidariamente al mal, como Humanidad Una, sin fisuras; y
desaparezca de la Tierra toda desdicha y sufrimiento.
"Sólamente lo que es
bueno para todos
es bueno para cada uno"